jueves, 5 de enero de 2017

En serio, no te tomes tan en serio

¿A quién le han recordado a su madre?... Creo que casi a todos, a mí, no tantas veces, que yo recuerde, o por lo menos que me haya dado cuenta. Y miren que siendo profesor este tipo de alusiones son muy comunes. Pero comento esto porque hace unos días un individuo me mandó ese florido saludo mediante Facebook y, como les digo, al no ser algo tan común para mi, pues de entrada me pareció ofensivo.

Pero me puse a analizar, como tanto me gusta hacerlo, cuál era la razón de mi enojo o de sentirme ofendido, ¿de dónde radicaba?, sí, a nadie le gusta que lo insulten, pero ¿por qué no nos gusta?, ¿es a caso una cuestión de ego? Sentimos que nadie tiene derecho a decirnos nada, o ¿es caso una cuestión de justicia? Si yo ofendo a las personas, las personas tenderán a ofenderme.

En ese sentido también me puse a pensar qué pasaría si hubiera sido lo contrario, que en vez de recordarme a mi madre, me hubieran hecho el día con piropos y halagos, entonces mi sentimiento hubiera sido distinto, tendría mi ego en lo alto y no estuviera escribiendo este post.

Lo anterior me hizo recordar aquella vieja teoría psicológica que habla del “condicionamiento”, básicamente dice que respondemos a estímulos, un estímulo (premio, castigo, insulto, piropo, regalo, sonido, olor, comida, etc.) provoca en nosotros una respuesta casi de manera automática e inconsciente (psicólogos/as, disculpen si no fui técnicamente tan exacto).

De tal manera que parece que la sociedad nos programó para que cada vez que nos dijeran un insulto nos sintiéramos mal y cada vez que nos dijeran un halago nos sintiéramos bien. Y no me malentiendan, el que sepamos distinguir cuando nos tratan mal de cuando nos tratan bien quiere decir que estamos sanos mentalmente, de esa manera nos damos cuenta cuando una persona nos puede llegar a hacer daño y en consecuencia alejarnos de ella.

El punto es que terminé comprendiendo que a veces simplemente no hay que tomarse las cosas tan en serio, el problema es que nos estamos dejando influir demasiado por la sociedad, si recibimos muchos “likes” en Facebook nos sentimos personas atractivas y valiosas, estamos dejando que los demás controlen cómo debemos sentirnos con nosotros mismos, si nos insultan nos sentimos abatidos, si nos halagan nos sentimos como Dioses.

Sólo nosotros podemos decidir cómo sentirnos y cómo reaccionar, si ofendemos hay que pedir disculpas, si nos ofenden no caigamos en el enfrentamiento. Al controlar nuestros sentimientos controlamos nuestra vida.

Y en serio, no te tomes tan en serio, la vida es hermosa.

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