Pocas decisiones en esta vida son tan importantes como qué estudiar,
en qué trabajar, qué hacer con nuestro tiempo y sobre todo con quién
compartiremos el resto de nuestras vidas. A todos nos llega a dar esa inquietud
de si queremos casarnos o no.
Es evidente que esta decisión tiene una concepción distinta para
hombres que para mujeres, a pesar de ser tiempos modernos la presión social
para llegar al altar sigue siendo mayor para la mujer que para el hombre,
muchas de ellas, aunque no lo acepten, tienen aún la ilusión de vestirse de
blanco, de tener “su gran día” donde se convierten en el centro de atención,
los familiares, las amigas, el pastel, la gran fiesta. Y para ellos, la
despedida de soltero, el ser la burla de los amigos por entrar al club de los
“mandilones”, el traje negro, la pasión de la noche de bodas.
Aún así, hoy en día el matrimonio sigue perdiendo adeptos y cada vez
existen más y más mujeres convencidas de que eso “no es lo suyo”, argumentan
que su profesión y sus estudios están por encima de formar una familia, “ya se
parecen más a los hombres” dicen algunos, ya no sólo son ellos los que le
tienen miedo al compromiso, también ellas le huyen al “amarre”.
Y ese es precisamente el punto que quiero subrayar, en la actualidad
se vive una ideología de vivir fácil, sin complicaciones, de darle énfasis al
placer y de evitar a toda costa el sufrimiento, ya todo es desechable, comida,
celulares, autos, humanos, si esta persona no me hace feliz la dejo y me busco
otra, así de fácil, para qué casarme si puedo tener sexo cuando quiera, con
quien quiera y sin compromisos, para qué gastar mi dinero en pañales si puedo
gastármelo en darme gustitos, para qué desvelarme dando de comer al bebé si
puedo mejor desvelarme en fiestas.
De cierta manera comprendo el punto de vista de algunas chicas que
consideran injusto el que siga existiendo mucho machismo, pues al tener ellas
su carrera profesional es obvio que van a buscar trabajar, el gran detalle es
que el hombre les va exigir que también cumplan con su “obligación de mujeres”
haciendo las labores del hogar y atendiéndolo a él y a los hijos, es decir,
algunas mujeres cargan con una doble función de trabajadoras profesionales y
amas de casa, mientras que los esposos siguen dedicándose exclusivamente a su
profesión. Por lo cual las chicas de hoy en día prefieren mejor no entrarle a
la vida matrimonial si será así de desequilibrada.
Pero la idea que quiero hacer notar es que esa actitud superficial de
“no le entro porque no quiero complicarme la vida” o de “quiero evitar a toda
costa el sufrimiento o el sacrificio” no nos ayuda en nada a mejorar como ser
humanos, y esto aplica para todo, no sólo para el matrimonio. Si queremos
lograr nuestros sueños, si queremos alcanzar las metas más anheladas necesitamos
recuperar esa cultura del sacrificio y la disciplina, y es que lo más bello de
la vida cuesta, lo que deja más satisfacciones es difícil, no estoy diciendo
que debamos sufrir o que debamos atormentarnos, sólo espero que no caigamos en
el otro extremo de “mejor no me esfuerzo”, “mejor no me enamoro para no
sufrir”, “mejor no me arriesgo porque pierdo dinero”. Necesitamos un punto
medio entre sacrificio y desidia, entre placer y dolor, todo en su justo medio.
Entonces, no le “saques” al matrimonio sólo porque no quieres
batallar, porque no quieres problemas, porque no quieres sufrir. Me da la
impresión de que hay muchos solteros MEDIOCRES que viven con la mentalidad de
“no soy feliz pero por lo menos no sufro con un/una esposo/esposa que me haga
la vida imposible”, espero no pienses así, no quiero que vivas mediocre. Nadie
dijo que por ser soltero vas a ser automáticamente feliz, o que por estar casado
estás condenado a la frustración, la felicidad no tiene nada que ver con tu
estado civil. Casados y solteros, TODOS, tenemos la misma responsabilidad de
buscar la felicidad de nosotros y de los que nos rodean. El casado tiene
problemas y obligaciones, el soltero también los tiene y si no los tienes es
porque algo anda mal.
Por último, si decides quedarte soltero(a) te pido encarecidamente que
no vivas como un soltero egoísta, vive para los demás, vive sirviendo al
prójimo, vive siendo generoso, haz campañas de ayuda social, funda un instituto
de cultura o un orfanatorio, crea un fundación, haz obra. Y si decides casarte
recuerda que tienes la obligación de fundar una familia que sea ejemplo para
otras familias, tienes la obligación de que los hijos e hijas que tengas los
prepares para que se enfrenten al mundo con excelencia y sean ciudadanos de bien.
Ánimo y a
ser la mejor versión de sí mismos.
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